lunes, 29 de mayo de 2017

VIAJE A UNA REALIDAD POÉTICA: "ANDÉN NÚMERO SIETE" DE ESMERALDA SÁNCHEZ MARTÍN.



ANDEN NÚMERO SIETE.

AUTORA: ESMERALDA SÁNCHEZ MARTÍN.

En el refugio 
de la ventanilla
de un tren cualquiera,
apartada de agostos
y fracturas,
en estaciones
donde anidan pájaros de fuego,
pasaría la vida,
empezaría a descarrilar.
                                     ( Extraído de la contraportada del poemario)


Cada vez que paso por “El Bosquecillo” no puedo evitar una sonrisa y una mirada nostálgica. No puedo evitar pensar en poesía, en amigos, en un nuevo reencuentro. Ese lugar se ha convertido ya en uno de nuestros refugios poéticos. Es sinónimo de poesía, hemos dicho en más de una ocasión. Es nuestro lugar de veladas poéticas, de sentimientos declamados, de reunión en las tardes largas tardes de invierno y en las cálidas y luminosas de primavera.

Último viernes del mes de mayo y ahí estamos de nuevo como si no hubiéramos estado nunca.

Como si nunca hubiéramos dejado de vernos.

Saludos, bienvenidas, caras nuevas, presentaciones.

Amistad y mucho cariño.

Y entre tanto sentimiento está Esmeralda Sánchez Martín que ha venido a presentar su poemario “Andén número siete”. Me fijo en ella. Está hablando con Teresa Ramos, está sonriente, contenta e imagino que deseosa de comenzar, de enseñarnos la belleza de los versos inmortalizados en dicho poemario, de darle voz a esas palabras escritas. De contarnos que hay detrás de ellas.

Comienza la presentación. Teresa Ramos, impecable maestra de ceremonias hace una introducción de la autora.

Nos habla del libro. Un libro que según sus palabras, podría ser definido como libro de poemas o libro de viajes. Dice una frase muy bonita que se me queda grabada:

“El mundo es un lugar dónde sucede nuestra existencia”.

Define la poesía de Esmeralda como esa verde piedra preciosa que hace honor a su nombre.

Nos lee unos versos de la autora. Nos dejamos llevar por las emociones que transmite, por esas palabras que nos envuelven, que nos alejan un poquito de la realidad y nos transportan a un lugar donde solo estamos nosotros y el ritmo de la poesía, unidos, solos…

Fuera, hay una carrera, no hay silencio como en otras ocasiones. Hay momentos en los que resulta molesto, pero intentamos evadirnos y nos centramos en la intimidad de un recinto en el que solo escuchamos las letras que salen de nuestras gargantas, de la de Teresa en ese momento, de la de Esmeralda un poco después, de las nuestras más tarde.

Entonces da paso a la protagonista de la tarde. Está emocionada. Da las gracias por la asistencia y dice que se siente muy feliz de estar en Pamplona, a la que considera un poco su segunda tierra, ya que cuando tenía 13 años vivió aquí, en Burlada, especifica.


“Estoy como en casa” – comenta.

Nos relata por qué su poemario se titula: Andén número siete. Considera que el andén tiene muchos matices. Es el lugar donde comienza un viaje y también donde termina. Ese momento en el que recibes a alguien, expectante, con ganas de avistar el tren que está a punto de llegar y que trae a esa persona que tantas ganas tienes de ver.

Mientras la escucho, pienso que en un andén sucede muchas cosas y no puedo evitar volver a mi niñez cuando iba con mis padres a Palencia, tierra natal de mi madre. Esas largas horas de espera. Esos juegos que inventaba para hacer más cortas las esperas. 
Esos libros infantiles leídos al amparo de un tiempo que pasaba despacio.

Pienso que me gusta mucho ese título, y al leer el poemario veo que es muy acertado. Cuántas emociones, viajes, momentos de espera, ilusiones y esperanzas al comenzar un viaje. Y expectativas, unas veces cumplidas y otras no.

Es el viaje de la vida, la de ella, la nuestra, la de todos.




El poemario está dividido en tres partes:

1- COMPÁS DE ESPERA:

2- VIA DE LA PLATA.

3- BRASAS Y AGUA.

Cada una bien definida, con ese viaje como punto de partida y punto de llegada. Ese viaje por diferentes lugares, con distintos paisajes. Esa combinación de andenes, trenes y estaciones.  Retratado cada uno de esos espacios, situaciones y emociones en versos cortos, sencillos, cargados de significado, llenos de ternura.

Versos que calan hondo, que llegan hasta el interior de quién los lee.

Unos versos que dejan una sensación dulce, de serenidad. Tono melancólico en algunos, fuerza en otros. Todos ellos con una belleza visible al leerlos, perceptible al ser escuchados. Ninguno deja indiferente. 

No quieres que llegue ese andén en el que tienes que bajar, aunque sepas que cuando lo hagas, tu mente seguirá en el tren, viajando al pasado, al futuro, disfrutando de cada momento del presente.

Sus poemas no tienen título. Únicamente tres, los que cierran cada parte cuyos títulos son:

- MADRE
- PADRE
- HIJO

Dedicado a cada uno de ellos. Escritos con una sutileza tal que desgrana cada letra dotando de vida cada palabra, cada verso compuesto, inspirado en la realidad de su entorno, de su familia, de ella misma.

En esa realidad que ha vivido desde pequeña, con su madre, con su padre… esa realidad que se hizo más patente al nacer su hijo. Hay una ternura sublime en esos tres poemas.

Declama varios versos del libro. Hace una breve introducción de cada uno de ellos. Todos encierran una historia. Han nacido de una experiencia vivida, compartida. Experiencias especiales para ella de las que han nacido unos poemas únicos. 


Y mientras ella recita, yo deseo no dejar de escuchar, que esa voz que acaricia con dulzura, pero con fuerza no se calle. Y cierro los ojos para captar mejor la esencia de lo dicho, de esas pausas versales que dicen mucho sin decir nada.

Nos deleita con un poema precioso dedicado a sus alumnos. Nos cuenta primero, la bonita historia que lo ha inspirado: ella es profesora de francés y todos los años hace un viaje con sus alumnos a París. Los alumnos son diferentes, pero todo se repite: las situaciones, las caras de entusiasmo, las miradas de emoción viendo París. Todo puede parecer diferente. En realidad, todo es igual.
                                     
                                     “Era París y era su voz
                                      al fondo d la recta carretera
                                      París, ojos azules, puentes
                                      Por donde su melena asoma
                                      al Sena desde la orilla izquierda;”
                                                               (fragmento del poema dedicado a sus alumnos
                                                                            ANDÉN NÚMERO SIETE. Esmeralda Sánchez Martín)

Nos hace partícipes de que el otoño le sugiere mucho ya que nació un 19 de octubre. Su madre estuvo vendimiando la víspera de su nacimiento. Nos dice que lleva el vino en sus venas.

Y a continuación recita el poema “MADRE”. Las palabras no siempre son suficientes para describir una emoción. Mientras escucho pienso que no seré capaz de transmitir con claridad todo lo que me sugiere este poema, todo lo que me susurra al oído de manera abstracta, todo lo que quiero escribir y no se cómo hacerlo.

                                         “… era octubre, madre,
                                               el otoño
                                               roció vino en nuestras copas
                                               y fuimos para siempre
                                               manojo de dulura
                                               amor de viña y precipicio.”
                                                                          (fragmento del poema: MADRE.
                                                                           ANDÉN NÚMERO SIETE. Esmeralda Sánchez Martín)

Todos son poemas llenos de significado, de vida. En un momento dado dice:

“las palabras hieren y las palabras sanan”.

Me doy cuenta de cuánta verdad hay en esa afirmación.

Nos sigue deleitando durante un rato que se nos antoja demasiado corto. Las horas nos parecen minutos, los minutos segundos y los segundos… los segundos ni siquiera existen.


Después se da paso al micrófono abierto. Como en cada velada poética, Mikel nos va dando paso con una breve introducción de cada uno. Unas palabras dichas con cariño y que agradecemos mucho.

Continúa la emoción.

En esta ocasión hay voces nuevas que se unen con las ya conocidas, con las otras ya escuchadas que, sin embargo, cada vez suenan diferente. Con una percepción distinta, con matices que no son iguales a los de otros días.

Nosotros hacemos que no lo sean. Declamamos con la ilusión de la primera vez.
Escuchamos con esa misma ilusión.
Y nos dejamos atrapar.
Así, sin más.

Se acercan las nueve de la noche. Se da paso de nuevo a la autora anfitriona de la noche.

Nos recita el último poema del libro: HIJO.

Y después ya no hace falta añadir ninguna otra cosa.

Fuera, ha comenzado a llover. Las nubes se han emocionado como lo hemos hecho nosotros.

Tal vez no han sido ellas.

Quizá son los habitantes de esas parcelas de cielo que nos miran cada día.


sábado, 27 de mayo de 2017

PINCELADAS DE REALIDAD




PINCELADAS DE REALIDAD



Paseó entre las flores a la orilla del río
y se sentó a la sombra de un sauce
que de llorar había dejado
en los albores de un leve tiempo

Observó el espectáculo inédito
De un sol que se despereza
segundos antes de llegar el alba
un sol cuyas lágrimas de luz
se colaban entre las hojas
aún verdes de una juventud caduca.


Imagen: Arantxa M. (Ziordia/Navarra)
Las aguas siguieron el cauce
de una rutina no nombrada
dejando de lado un paisaje sin ego
que borraba las huellas de su camino.




Se dejó llevar por el rumor del aire
por el eco de una voz que el silencio
no dejaba pasar por alto
por un pasado que no conocía
que no quería conocer
a pesar de conocerlo.

Escuchó el suave canto
de unos pájaros que ya no cantaban
le atrapó la intuición de una melodía
entre la espesura de la arboleda.


Imagen: Ziordia/Navarra
Paseó la vista por humedales
atrapados en un fondo de juncos
se detuvo en la brizna de tiempo
que discurre a contracorriente
desafiando el sonido de las piedras
que atraviesan raudas la superficie.


Despertó entonces de un sueño
que nunca había tenido
un sueño nunca soñado
una impronta de realidad.

Un rinconcito de Ziordia (Navarra)


Arantxa Murugarren. (25/05/2017)

domingo, 21 de mayo de 2017

ZIORDIA: UNA CARRERA ESPECIAL.


La Carrera solidaria de Ziordia no es una carrera cualquiera, ni siquiera es una carrera más de las muchas que se disputan a lo largo del mes de mayo en Navarra, fuera de Navarra, en todo el mundo.

No es tampoco únicamente una carrera solidaria.

Es un compendio de muchas cosas, de muchos valores, de mucha gente implicada y sobre todo, de mucha ilusión y esfuerzo.



Ilusión y esfuerzo que salen en primer lugar de José Ramón Ramírez, vecino del pueblo y organizador de la Carrera.

Durante los meses previos brinda su esfuerzo y todo el tiempo que tiene a preparar la carrera, a conseguir patrocinadores. En definitiva, a hacer de éste, un evento único, especial, inolvidable.

Ayer tuvo lugar la IV edición de la Carrera. Nosotros ya habíamos asistido el año anterior y la experiencia había sido extraordinaria, así que volvimos a apuntarnos.
Alberto como corredor.
Mi hija y yo como voluntarias.

Y como nosotros, muchísima más gente, corredores, colaboradores, amigos todos al fin y al cabo con ganas de contribuir, de poner un granito de arena que, aunque parezca insignificante acaba convirtiéndose en una gran montaña que ayuda a muchas personas. En este caso las alimenta, ya que la inscripción consiste en 3kg de comida que son cedidos al Comedor social París 365.

Había que llegar con tiempo. Había que saber en qué lugar nos colocábamos. Había que sentir el cariño de la gente, respirar el buen ambiente que reinaba allí. Había que grabarlo todo en la retina para luego poder describirlo con todo detalle. Y sobre todo, había que pasarlo bien.

Y lo hicimos.
Todos los allí reunidos.
Formando parte de un todo.
Siendo el todo de una parte.

El tiempo también acompañó en esta ocasión y el sol iluminó cada rincón de ese precioso pueblo y lo hizo más bello todavía.

Y allí estaba esperándonos José Ramón, cuya presencia parecía que se multiplicaba. Estaba pendiente de todo y de todos. Para que no hubiera fallos. Para que nadie dejara de disfrutar.


Foto: Arantxa Murugarren
Nos indicó dónde debíamos ponernos durante la carrera.
Indescriptible la sensación cuando vimos el lugar.

Un cruce a la orilla del río, junto a un pequeño puente por el que pasarían los corredores. Yo debía procurar que el paso quedase vacío.
Mi hija tenía que captar esas imágenes que luego quedarán en el recuerdo. Esas que acompañarán las crónicas, las reseñas en las redes sociales. Las que se verán y dejarán constancia de todo.

Y ahí estuve, animando a cada corredor, mientras el rumor del río acompañaba con su banda sonora, murmullo sereno acompañado de las risas de los niños que jugaban en el parque.

Los corredores sonrientes, agradeciendo los ánimos, sabiendo que su cansancio tiene recompensa, la de saber que esa ayuda final también llevaba su nombre. Veía sus caras, mis ojos brillaban, mi voz salía con fuerza a pesar de la emoción.

Vino gente de muchas partes de la geografía española. Todos con ilusión, con su aporte, con sus ganas de apoyar.

Los chicos del reto Dravet con sus camisetas moradas, recogiendo bolígrafos usados. Representantes de la Fundación Dravet que recoge fondos para la investigación del Síndrome Dravet, enfermedad infantil para la que aún no hay cura.

Al término, nos esperaba una deliciosa merienda preparada en la Sociedad del pueblo. Merienda de la que dimos cuenta rápidamente: txistorra, tortilla de patatas, panceta… Buena comida, inmejorable compañía. Entonces, se repartieron los premios del sorteo que se había realizado entre los participantes.



Calor humano y sin distancias.
Desconocidos y conocidos al mismo tiempo. Amigos y compañeros.
Unidos por una causa.
Por una persona que nos había contagiado con su energía y al que habíamos seguido sin dudar.
En un marco incomparable.



Una tarde inolvidable, miles de imágenes, una razón:

S O L I D A R I D A D.

Y el deseo de volver a estar ahí el año que viene.

Y ayer a las 12 de la noche, comenzaba la cuenta atrás.


Un año por delante. Unos recuerdos para no olvidar.

jueves, 18 de mayo de 2017

UNA HISTORIA QUE CONTAR


Despunta un nuevo día. El alba llena de colores el cielo y los rayos del sol que asoma tímidamente todavía se cuelan por entre los huecos que dejan las nubes.

Las flores se desperezan abriendo sus pétalos y muestran todo su esplendor. La primavera ha comenzado ya hace tiempo, pero apenas se ha hecho sentir. Recuerda que abril pasó casi desapercibido y sus lluvias no barrieron el polen que provoca tantas alergias. De hecho, no barrieron nada porque no llovió.

Ella se debate entre levantarse o seguir unos minutos más disfrutando de la suavidad de las sábanas, de la calidez del sueño del que se acaba de despertar pero que aún sigue en su memoria. Sabe que dentro de un rato ya no se acordará, de hecho, solo recuerda un par de detalles. No importa, se siente bien, se ha despertado con una sensación agradable.

Diferente a otros días.

Al fin se levanta y se dirige al cuarto de baño. Se moja la cara. Se quita los vestigios de la noche reflejados en su rostro. Le gusta sentir el frescor en sus mejillas, aunque eso no impide un sobresalto ante la primera impresión.

Imagen: Arantxa Murugarren.


Sube la persiana y se asoma a la ventana. Imagina que es otra persona, que está en otro lugar. Imagina que vive otra vida y que el paisaje que ve desde la ventana es otro completamente diferente al de cada mañana. Aspira profundamente y huele a brisa marina, a flores, a tierra mojada…

Se impregna del olor a esa vida que no sabe a qué huele. Quizás porque la vida no huele. O tal vez porque lo hace demasiado.

Sin apartar la vista de un punto sin definir en el horizonte, se pregunta si de verdad querría ser otra persona, vivir en otro lugar y ver un paisaje diferente desde su ventana.

Se da cuenta de que una vida distinta supondría unos sentimientos distintos, una manera de afrontar el futuro de una forma no habitual.
No habitual en ella que odia los cambios, que vive anclada a esa zona de confort que ella misma se ha creado, a esa fortaleza sentimental que ha construido a base de excusas que no reconoce.

Una quimera. 
Sabe  que no es real, pero parece real.
Y sonríe apoyada en el alfeizar y ve su reflejo en el cristal. En ese momento, piensa que tiene que limpiarlo. Y los minutos pasan, y las horas, y los meses, y los años.

Pasa el tiempo y pasa ella.

Y cada día, se asoma a la misma ventana y ve el mismo parque que la ha visto envejecer. Que ha visto crecer a sus hijos, a los hijos de otros, a los árboles que le rodean. Esos árboles que riegan la hierba con sus hojas cada otoño, que reverdecen cada primavera, que esperan la nieve cada invierno y que protegen del calor cada verano.

Ese mismo parque que a través de los años ha contado una historia, miles de historias. la de ella se intuye a través de sus manos temblorosas, de sus ojos rojos, de sus pies cansados de caminar tanto.

De su sonrisa triste.

Y cada día también, oye la voz de él y se alegra de ser ella, de estar en ese lugar, de despertarse cada mañana.

Y de vivir.


Sobre todo, de ¡VIVIR! 

domingo, 7 de mayo de 2017

CUANDO DESPUNTAN LOS SENTIMIENTOS: PÉTALOS BLANCOS Y RIMAS PARA SOÑAR DE: MIGUEL ÁNGEL MARTÍNEZ JANÁRIZ.





PÉTALOS BLANCOS Y RIMAS PARA SOÑAR.

AUTOR: Miguel Ángel Martínez Janáriz.


En palabras del autor sus poemas son una puerta abierta a la esperanza y un canto a la naturaleza y al entendimiento entre los seres humanos. Poemario intimista con gran sentido del ritmo y de la métrica, en ningún momento se olvida de la poética modernista del verso libre.





Abril no fue el mes de temperatura suave que se presupone por ser primavera. Ni fue el mes de lluvia que clama el refrán. Desde los albores de mayo me asomo a los últimos días de su antecesor. Me paro en el 28. Un día más en la vida de la mayoría.  Especial sin embargo en la de Miguel Angel Martínez Janáriz: “Michel” para muchos de nosotros, tal vez para todos.

Ese día iba a presentar su primer poemario:  Pétalos blancos y versos para soñar.
Muchos meses de trabajo, esfuerzo y dedicación hay detrás de esas páginas, detrás de cada verso. Madrugadas de desvelo buscando ese verso perfecto con el que acabar un poema, días con la mente ausente esperando esa inspiración que no llega y cuando lo hace es tan inoportuna que se corre el riesgo de perderla si no vas tras de ella en ese mismo momento.

Estaba emocionado y expectante. Yo no podía faltar a la cita. No debía hacerlo.

Michel es compañero de batallas narrativas en los talleres de escritura creativa. En uno de ellos le conocí. Era el primer taller al que acudía yo, quizás también lo era para él.

Ha pasado mucho tiempo desde entonces, y hemos coincidido en algún otro taller además de mantener el contacto fuera.

Siempre es gratificante y bonito asistir a los momentos especiales de los compañeros, de los amigos. Compartir con ellos esos instantes felices.

Así se sentía él: agradecido e ilusionado.

Faltaban menos de quince minutos para las 19:30 cuando llegué. En las inmediaciones de la librería Auzolan de Pamplona había mucha gente esperando el momento de entrar. Él, anfitrión esa tarde, tenía palabras de agradecimiento y saludo para todos. Se alegró de verme, yo me alegré de estar allí. La librería se llenó. Apenas quedaba espacio para pasar.

El evento estuvo presentado por Javier Blázquez, gran amigo y escritor que unas semanas antes había presentado su segunda novela.

De forma cercana, Javier hizo una pequeña introducción del autor. Nos contó algunos aspectos de su vida que yo no sabía y, de esa forma, pude conocer un poco mejor al poeta. Se notaba el sentimiento, se notaba el cariño. En los asistentes se podía advertir también.

Empezó agradeciendo nuestra presencia. Dijo que sentía mucha satisfacción.

“He soñado este momento desde pequeño”.

En ese momento pensé que yo también he soñado muchas veces una situación similar.

Ahora, mientras lo escribo vuelvo a pensarlo. En mi mano está que algún día sea realidad.

Y entonces, nos contó aspectos de su vida. Nos contó cosas de su infancia. Desde pequeño su vida estuvo muy ligada a la agricultura.  Eso hizo que la naturaleza haya sido muy importante para él gracias a que creció entre ella. Añadió que ha sido y sigue siendo una de sus fuentes de inspiración.

Esa combinación agricultura-naturaleza tiene mucha relevancia en sus escritos, en sus poemas, en su trayectoria, tanto personal como poética.

En ellos habla de cómo entiende el mundo y la vida. Sobre todo, la vida.

¿Cuándo empezó tu vocación literaria? -pregunta Javier

Hace diez años aproximadamente -responde Michel. Es una vocación tardía.

Abril y Mayo son meses que le inspiran especialmente. Ese despuntar de las flores le parece tan bello que no puede dejar de escribir sobre ello.

A través de sus palabras nos pudimos enterar de su admiración por Neruda o Benedetti y de la influencia en sus poemas de poetas como Federico García Lorca, Luis Cernuda, Antonio Machado o Gustavo Adolfo Becquer.

Y entre preguntas y respuestas, nos iba deleitando con algunos de sus poemas. 

Unos eran alegres, otros un poco menos.

“Hay que escuchar esa emoción y dejar salir ese interior que tenemos”.

La experiencia es una de las vías que utiliza. A través de los recuerdos, de momentos tristes y duros ha escrito poemas muy bellos.

Mencionó algo que me gustó mucho. Me sentí identificada: “La poesía no se puede forzar. Hay días que no sale”.

Es cierto. A veces, por mucho que lo intentas, las palabras no acuden a la mente y la pluma es incapaz de plasmar aquellos pensamientos y sentimientos que no quieren ser escritos. Llegará el momento en que se mostrarán y entonces es cuando hay que escribirlos.

Se sinceró con nosotros, desnudó su alma, al igual que hace en sus poemas. 

Reconoció que le costó mucho escribir alguno de los poemas, que los ha dejado en cuarentena antes de terminarlos o de rescatarlos para este poemario. Algunos de ellos, recogidos en esta obra, los escribió hace diez años. 

He leído el poemario despacio, con mimo.
Como siempre que leo poesía.
Como pienso que debe leerse siempre.
Degustando cada palabra, cada verso, cada situación plasmada por el poeta. 

Sintiendo la emoción de algunas estrofas, la soledad de otras, el miedo, la esperanza, la alegría. Todos los aspectos de la vida que le han inspirado.

Todos esos sentimientos que despojan al poeta de ese pudor que tiene algunas veces. Se muestra tal y como es. Con sus cosas buenas y sus cosas malas.

El lector lo advierte.
Y se deja llevar.

Mientras declamaba, en más de una ocasión cerré los ojos para solo escuchar. Para dejar que el sonido de la voz impregnara mi piel. Para disfrutar de ese ambiente poético en la intimidad, como si únicamente estuviéramos allí la poesía y yo. Los abrí y vi que no era la única que lo hacía.

Mañana te irás
con tu maleta vieja
asida de tu trémula mano.
Sé que caminarás con prisa
agitada por las cosas
y por los acontecimientos
tristes de estos días.
                         (Fragmento del poema: “Mañana”
                          Pétalos Blancos. Miguel Ángel Martínez Janariz)

El tiempo pasaba rápido. Siempre ocurre cuando se pasa bien. Los minutos se escapaban del reloj y yo tenía muchas preguntas que hacer. Quería saber más cosas.

No obstante, mis labios permanecían cerrados. No lograba dar ese paso que siempre quiero dar en las presentaciones de libros y siempre también, se queda en una intención.

Y de repente, pregunté:
¿Por qué ese título? ¿Por qué pétalos blancos?

Escribí un poema titulado así y pensé que sería un buen título para el libro. Me gustó mucho -contestó.

Es un título acertado. Los pétalos son suaves y delicados al igual que el contenido de esta obra.

Tengo que reconocer que me gusta saber el origen de los títulos de las novelas, de los libros de poemas. Me gusta saber por qué los autores han elegido un título en concreto, qué les ha instado a ponerlo. Es una pregunta que suelo hacer a los escritores cuando me firman el libro.




Y llegaba el final.
Con pena.
Con rabia de no estar más tiempo.
Con los ojos brillantes.
Con ganas de escuchar más.
Habrá más ocasiones.
Habrá más momentos.

En nuestras retinas, la imagen de esos cerezos en flor de la portada. Esos cerezos en todo su apogeo haciendo todavía más bella la primavera. Los mismos que le han llevado de vuelta a los recuerdos de su infancia muchas veces.

La noche se nos echó encima y la inspiración acudió a nuestra llamada.

Qué fácil sería vivir en armonía
con los pobres
con los feos
con los niños de acogida.
Qué fácil sería compartir la comida
repartir el dinero y vivir en alegría.
                              (QUÉ FÁCIL SERÍA: Miguel Angel Martínez Janáriz

                                     Pétalos blancos)